Costoso y justificado triunfo sobre Talleres. Después de quedar enredado en la estrategia del visitante en el primer tiempo, el equipo de Diego Montina mejoró su forma ofensiva en el complemento y logró el desnivel con un gol de Fermín Iriarte. Ahora se medirá con su clásico rival en la final de la LMF.
Por Juan Miguel Alvarez
Kimberley justificó en el segundo tiempo su clasificación a la final de la Liga Marplatense de Fútbol. El equipo de Diego Montina quebró con esfuerzo la dura resistencia de Talleres, al que derrotó 1 a 0 en el “José Alberto Valle” (2-1 en el global) para llegar merecidamente a la definición por el título ante San Lorenzo.
Después de casi setenta minutos, tras una muy buena combinación ofensiva, el gol de Fermín Iriarte derribó la muralla defensiva del conjunto portuense. Para entonces el local estaba en superioridad numérica, aunque su búsqueda había cobrado una mejor forma desde el arranque del complemento, once contra once.
Antes, en la primera etapa, se jugó a lo que pretendió Talleres. El conjunto de Juan Vuoso mostró la solidez habitual, con las líneas muy juntas en su campo y De Hoyos como faro. Suárez estuvo encima de Luengo, Maffioni-Mañas anularon el juego interior, Dafinis ganó los anticipos y por afuera el local no generó la superioridad deseada.
Así, Kimberley no progresó mediante asociaciones. Tampoco Goiburu con su gambeta rompió los esquemas. Cardellino fue el que más peleó, pero también el que desperdició la chance más clara, por un penal bien sancionado en el cierre de la etapa inicial: el delantero remató fuerte por sobre el horizontal.
En el complemento, con viento a favor, otra velocidad en su circulación y más movilidad de sus mediocampistas, Kimberley recuperó su esencia. El albiverde empezó a conectarse y fue mucho más profundo por las bandas, ante un rival que igual no se desordenó. Rondanina lo tuvo un par de veces de cabeza, pero encontró buenas respuestas de Salvini.
En el mejor momento local, Fares cometió un exabrupto con el juez y se fue expulsado, todavía con media hora por delante.
Montina apostó por Nicolás Fleming y recogió rápidos frutos. Por punta derecha nació la jugada del desnivel, tras un cambio de frente bárbaro de Luengo. Talleres rechazó en primera instancia, pero después Fleming tocó con Barreiro, quien se le escapó a Tejeda primero, después superó por la línea de fondo a Alejo Córdoba y dio el pase atrás preciso; Cardellino dejó pasar la pelota para la llegada de frente de Iriarte, el goleador inesperado.
Desde entonces, Talleres tuvo que salirse del libreto. Lo buscó con orgullo, sin claridad, aunque tuvo el empate en los pies de Maffioni (derechazo de aire desviado). Kimberley contó con espacios para contraatacar y desperdició varias veces el segundo tanto.
Pero el gol de Iriarte fue suficiente para derribar la muralla de Talleres. Así, se metió merecidamente en la definición. Ahora buscará coronar su gran año con un título, nada menos que ante su clásico rival.